I. EL PAR DE GUANTES —Es una historia muy singular, señor —dijo el inspector Wield, de la brigada de detectives de la policía, quien, en compañía de los sargentos Dornton y Mith,noshizo otra visita al atardecer, un día de julio—, y he pensado que le gustaría conocerla. »Se refiere al asesinato de la joven Eliza Grimwood, hace unos años, en Waterloo Road. La llamaban coloquialmente «la Condesa», por su belleza y su porte arrogante, y cuando vi a la pobre Condesa (llegué a conocerla bien, por así decir), muerta, degollada, en el suelo de su dormitorio, créame si le digo que me vinieron a la cabeza pensamientos muy lúgubres. »Pero eso no viene al caso. Me presenté en su residencia la mañana siguiente al asesinato, examiné el cadáver y procedí a hacer un registro general del dormitorio. Al levantar la almohada de la cama encontré un par de guantes. Un par de guantes de caballero, muy sucios, con las iniciales Tr. bordadas en el forro, y al lado una cruz. »Me llevé
هذه يدي ممدودة نتساءل في هذه العجالة عن سر انسحاب العديد من الأسماء التي كانت تؤثث المشهد الفني المغربي في مجال الاغنية و سنترك السؤال مفتوحا لأن هدفنا من هذه المداخلة ليس إعطاء جواب و انما الدعوة الىالتفكير الهادئ في موضوع يمس الذوق الجماعي الملحن و المطرب عبدالوهاب الدكالي و ندعو الجميع هاهنا الى البحث عن القصيدة في خضم الكلام المباح الذي ينسل إلى اسماعنا . ندعو إلى تذكر بعض الأعمال التي كانت تجمع بين الكلام الفصيح و اللحن البديع والأداء الرائ الشاعر و الصحفي احمد الطنجاوي كلمات : أحمد الطنجاوي ألحان : عبد الوهاب الدكالي هذه يدي ممدوة مدي يدك وتعالي نبحث عن ربي لم تطرق نبني بها عش الهوي بالحب بالاهات بخيوط شمس المشرق اني فرشت لك الورود الي الغدير الحالم وقطفت من حمر الخدود شذي غرام الهائم باخيالي فتعالي هذه يدي ممدوة مدي يدك واخاف من عينيك يهرب منهما حبي واخاف من كفيك يسقط منهما قلبي وانا احب لكني غيور من همس اشواقي اثور فتعالي نبحث عن مكان انا وانتي والحنان لوحدنا نمضي ونزرع خلفنا وامامنا دنيا من الاشواق والالحانا حبيبتي
El humo del guiso En las ciudades orientales hay calles en las cuales los cocineros preparan los platos más exquisitos en la calle, y la gente se agolpa alrededor de sus puestos para comer y comprar. A uno de estos puestos ambulantes, se acercó un día un pobre. No teniendo dinero para comprar alguna cosa, puso su pan sobre una olla de guisado, lo impregnó del humo apetitoso que salía y se lo comió ávidamente. Pero precisamente aquella mañana el cocinero no había hecho buenos negocios y estaba de mal humor. Por eso se volvió con ira al pobre y le dijo: Págame lo que has tomado. Pero yo no he tomado de tu cocina más que humo, repuso el pobre. ¡Págame el humo!, tronó el cocinero enfurecido. La cosa terminó en el tribunal. El Sultán llamó a asamblea a todos los sabios del reino y les propuso resolver la cuestión. Comenzaron a discutir y a matizar la cuestión: Algunos daban la razón al uno, con el pretexto de que el humo pertenece al dueño del guisado, y otros al otro, sosteni
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