Pilotte la pequeña perra que salvó Montreal

Pilotte

La pequeña perra que salvó Montreal

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En un callejón de París, vagaba una perrita sin maestro o ni techo. Un carro sobrecargado seguido de 6 hombres avanzaba lentamente en una raqueta ensordecedora.
La perrita comenzó a ladrar, pero los hombres y el caballo lo ignoraron por completo. Ella decidió escoltar el convoy. Lo hizo todo el día y cuando paramos, pasó la noche bajo las estrellas con ellos. Fue el comienzo de una gran aventura.
El convoy fue a Dieppe y se embarcó en un barco con destino a Canadá.
Después de un largo cruce, se encontraron, junto con otros hombres y algunas mujeres, en botes improvisados a lo largo del río St. Lawrence. A su cabeza, el coronel Paul Chomedy de Maisonneuve, fundador y primer gobernador de Ville-Marie. Su misión:
Encontrado Ville-Marie (ahora llamado Montreal). Estamos en 1642.
Ignorando los rigores del invierno canadiense, el bosque inhóspito, las dificultades de suministro y comunicación, el Sr. de Maisonneuve y sus compañeros se establecieron en la isla de Montreal.
Desde sus primeros días en el suelo de Nueva Francia, la perrita mostró una animosidad inesperada hacia los iroqueses.
Monsieur de Maisonneuve y Lambert Closse, su teniente fiel, lo adoptaron y lo nombraron Pilotte. Fue entrenado para rastrear a los iroqueses que seguían espiando y acosando a Ville-Marie. Los guerreros iroqueses se escondieron alrededor de las fortificaciones en todas partes y, cuando pudieron, mataron a un carpintero, a un aserrador o a algunos colonos que trabajaban en los campos cultivados cerca de las fortificaciones. Noche y día, Ville-Marie tuvo que soportar una implacable e incesante guerra de emboscadas y sorpresas.
Pilotte hizo sus rondas todos los días con otros perros en el bosque y nunca dejó de detectar a una banda de iroqueses escondidos aquí y allá. Dotada de un instinto incomparable de detectar a un enemigo, se asombró por su perseverancia e inteligencia. Cuando uno escuchó sus gritos de advertencia, se apresuró a advertir a sus amos.
Un día, en 1644, mientras Pilotte daba vueltas, como todas las mañanas, se le oía ladrar y gritar como nunca antes. Los perros que lo acompañaban lo imitaban. Evidentemente, se recomendó al señor de Maisonneuve, a la cabeza de treinta hombres, que fuera al bosque donde lo esperaban doscientos iroqueses. Se produjo una escaramuza y el señor de Maisonneuve salió victorioso y se convirtió en un héroe.
Así, gracias a la advertencia dada por el valiente Pilotte, se salvó Montreal.

Traducción Abdenaji Aitlhaj 


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