Cuento arabe : El humo del guiso
El humo del guiso
En las ciudades
orientales hay calles en las cuales los cocineros preparan los platos
más exquisitos en la calle, y la gente se agolpa alrededor de sus puestos para
comer y comprar. A uno de estos puestos ambulantes, se
acercó un día un pobre. No teniendo dinero para comprar alguna cosa, puso su pan
sobre una olla de guisado, lo impregnó del humo apetitoso que salía y se lo
comió ávidamente. Pero precisamente aquella mañana el cocinero no había hecho
buenos negocios y estaba de mal humor. Por eso se volvió con ira al pobre y le
dijo: Págame lo que has tomado. Pero yo no he tomado de tu cocina más que humo,
repuso el pobre. ¡Págame el humo!, tronó el cocinero enfurecido.
La cosa terminó en
el tribunal. El Sultán llamó a asamblea a todos los sabios del reino y les
propuso resolver la cuestión. Comenzaron a discutir y a matizar la cuestión:
Algunos daban la razón al uno, con el pretexto de que el humo pertenece al
dueño del guisado, y otros al otro, sosteniendo que el humo es de todos, como
el aire que se respira.
Finalmente, después
de largas discusiones, la sentencia fue esta: Ya que el pobre ha gozado del
humo, pero no ha tocado el guiso, debe tomar una moneda y golpear con ella la
madera. El sonido de la moneda pagará al cocinero”.
Así se hizo. A
cambio del humo del guisado, el cocinero tuvo el sonido de la moneda.
Commentaires
Enregistrer un commentaire